Escultura Moderna

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François-Auguste-René Rodin
(París, 12 de noviembre de 1840 - Meudon, 17 de noviembre de 1917) 
 fue un escultor francés contemporáneo de la corriente impresionista. Enmarcado en el academicismo más absoluto de la escuela escultórica neoclásica, no sólo fue el escultor encargado de poner fin a más de dos siglos de búsqueda de la mimesis en las artes tridimensionales, sino que además dio un nuevo rumbo a la concepción del monumento y la escultura pública. Debido a esto, Rodin ha sido denominado en la historia del arte como «el primer moderno»*

 El autor de la conocida obra El pensador, que hoy adorna en París la entrada del museo francés que lleva su nombre, abrió las puertas de la modernidad gracias a su concepción del arte, compartida con algunos de sus contemporáneos como Monet, Renoir, Manet o Cézane, auténticos rebeldes contra el academicismo imperante. Auguste Rodin y sus compañeros se levantaron a finales del siglo XIX contra la voluntad subjetiva sobre la obra, dotando a sus creaciones de una intensa personalidad que las alejaban de cualquier representación mimética del modelo. Lo hizo Auguste Rodin, de cuyo nacimiento se cumplen ahora 172 años, adhiriéndose en su juventud al movimiento impresionista, que contaba con el apadrinamiento de pintores como Puvis de Chavannes, Odilon Redon, Gustave Moreau y el americano James Whistler, y escritores como Mallarmé, o incluso Baudelaire, que aborrecía soberanamente la escultura. Auguste Rodin fue un gran beligerante de la causa en contra de la Academia, rebelión que acometió al margen de sus colegas, sin compartir discusiones ni tertulias de café, encerrado en su taller parisino de Meudon, exclusivamente preocupado por su carrera y su repercusión social. Bien es verdad que se ha tendido a mitificar biográficamente en exceso la soledad de Auguste Rodin, que, en cambio, no dudaba en presentarse a los concursos de los salones que se convocaban en la época o en asistir a veladas de alta sociedad. Auguste Rodin fue realmente una avanzadilla de su época, un hombre que rompió los cánones establecidos, al acabar con la visión frontal de las estatuas, duramente criticado y cuestionado por sus formas de producción. Inspirado en la obra de Miguel Ángel, Auguste Rodin desterró la visión única de las figuras, obligando al espectador a contemplar sus obras desde todos los puntos de vista.

A lápiz y a acuarela, los dibujos de Auguste Rodin y, evidentemente, sus esculturas contornean las figuras de sus modelos en poses y gestos voluptuosos, que franquean la línea sensual hacia el erotismo, una libertad plástica y moral que en no pocas ocasiones azuzó el escándalo en una sociedad que, ante la aventura de las atrevidas vanguardias, despertaba a los nuevos tiempos con sorpresa y no sin cierto desconcierto. La obra más sensual de Auguste Rodin surge en una Europa de fin de siglo completamente fascinada y rendida al erotismo. Una época en la que Freud explica que el sexo es el motor que todo lo mueve, grandes pintores como Gustav Klimt o Gustave Courbet no se cortan un ápice en representar a la mujer desnuda, en la que las obras de poetas y novelistas están teñidas de erotismo, al igual que la arquitectura y los objetos cotidianos de la mano del art nouveau.
En este entorno propicio Auguste Rodin irrumpe con lo que llama su «escultura de verdad», rompe con los cánones clásicos y embiste con una transformación radical de su arte.**

*es.wikipedia.org/wiki/Auguste_Rodin
**http://www.lavozdegalicia.es/noticia/informacion/2012/11/11/auguste-rodin-escultor-acabo-idea-clasica-estatua/00031352656031968838426.htm